Creo que un día Dios creó al mundo porque estaba de mal humor,
se despertó después de una borrachera de tres días,
tenía la ropa llena de vomito y la cara manchada,
tomó un vaso de agua, tenía demasiada sed y entonces después se bebió dos más.
Estuvo pensando un gran rato, estaba aburrido y de malas.
Pensaba y pensaba, su mente no podía parar.
Tal vez es que el alcohol aún estaba corriendo por sus venas,
pero quería crear, es un artista y así como la mente de los artistas, su mente no podía parar.
Abrió los brazos, cerró los ojos y volvió a pensar.
Pensó en universos, estrellas y meteoritos, estaba de malas.
Pensó también en un mundo, no, dijo, el mundo no.
Pero no podía parar de pensar, tomó agua y se recostó de nuevo en la cama.
Tuvo un sueño extraño, había un hombre y una mujer y un mundo también. No, otra vez el mundo no, se dijo, el mundo, no.
Pero el sueño no paraba.
Creó entonces al mundo y a la vida, le dio risa su creación, aunque estaba de malas pensó que tal vez había hecho un buen trabajo.
Lo observó todo; a los animales y a las plantas, al cielo y al agua, los árboles, los niños, al amor.
Sonrió al ver lo que creaba.
Pero después como su más grande ironía y sin explicación, creó a la muerte cuando la borrachera lo hizo vomitar otra vez sin parar.
Dios tendría que estar muy borracho para matar a lo que había creado;
la muerte solo es una mala broma de Dios.
Es que sí, cuando Dios creó al mundo, él tan solo estaba de mal humor.